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Para llevar a cabo esta detección, Carrera y su equipo, en el que también participaron profesores de la Universidad Complutense de Madrid, partieron de una técnica inmunoenzimática conocida como ELISA, considerada como uno de los métodos alternativos a los ensayos de ADN más efectivos para la autentificación de especies gracias a su especificidad, sencillez y sensibilidad.
A través de la obtención de anticuerpos policlonales se diferenció el bonito del norte de otras especies de escómbridos de menor valor comercial. Se analizaron cuarenta muestras fileteadas (veinte frescas y veinte congeladas), todas ellas marcadas y vendidas como bonito del norte.
Los anticuerpos obtenidos en el estudio no mostraron reactividad en el 32,5% de las muestras analizadas. Por lo tanto, dichas muestras no se correspondían con lo expuesto en el etiquetado.
El resto de las muestras analizadas (67,5%) debería ser sometida a un análisis de ADN como técnica discriminatoria para diferenciar entre el bonito del norte y el rabil, ya que los anticuerpos policlonales obtenidos no diferenciaron estas dos especies.
A pesar de las nuevas medidas comunitarias, en el mercado se siguen produciendo casos de fraude por mal etiquetado que son un engaño al consumidor y un descrédito de muchos fabricantes.
Fraude alimentario
Esther Carrera manifiesta la importancia de los resultados de esta investigación como evidencia del fraude alimentario al que se ve sometido el consumidor, así como resalta la importancia de la existencia de técnicas de identificación de especies como herramienta para proteger al consumidor, no solo del fraude económico sino de potenciales riesgos para su salud.
La seguridad alimentaria y las políticas de calidad han sido una de las prioridades de la Unión Europea en materia de legislación alimentaria. Una de las normativas más destacadas fue la aprobada en el año 2000 por el Consejo Europeo (Reglamento 104/2000) mediante la cual se obligó a incluir en todos los productos de la pesca un etiquetado adecuado que recogiera, entre otros datos, el método de producción, el origen geográfico y la identificación de la especie comercializada.
Pero a pesar de estos esfuerzos, y aunque se han realizado importantes avances en esta materia, aún siguen existiendo productos alimenticios, sobre todo en el sector de la pesca, que incumplen estas normas y limitan los esfuerzos que, hasta la fecha, se han llevado a cabo.
La familia de los escómbridos, que incluye especies como melva, bacoreta y bonito, es uno de los grupos alimenticios más populares entre los consumidores, gracias a su amplia presencia geográfica y a su valor comercial.
Fuentes: Universidad CEU San Pablo
A través de la obtención de anticuerpos policlonales se diferenció el bonito del norte de otras especies de escómbridos de menor valor comercial. Se analizaron cuarenta muestras fileteadas (veinte frescas y veinte congeladas), todas ellas marcadas y vendidas como bonito del norte.
Los anticuerpos obtenidos en el estudio no mostraron reactividad en el 32,5% de las muestras analizadas. Por lo tanto, dichas muestras no se correspondían con lo expuesto en el etiquetado.
El resto de las muestras analizadas (67,5%) debería ser sometida a un análisis de ADN como técnica discriminatoria para diferenciar entre el bonito del norte y el rabil, ya que los anticuerpos policlonales obtenidos no diferenciaron estas dos especies.
A pesar de las nuevas medidas comunitarias, en el mercado se siguen produciendo casos de fraude por mal etiquetado que son un engaño al consumidor y un descrédito de muchos fabricantes.
Fraude alimentario
Esther Carrera manifiesta la importancia de los resultados de esta investigación como evidencia del fraude alimentario al que se ve sometido el consumidor, así como resalta la importancia de la existencia de técnicas de identificación de especies como herramienta para proteger al consumidor, no solo del fraude económico sino de potenciales riesgos para su salud.
La seguridad alimentaria y las políticas de calidad han sido una de las prioridades de la Unión Europea en materia de legislación alimentaria. Una de las normativas más destacadas fue la aprobada en el año 2000 por el Consejo Europeo (Reglamento 104/2000) mediante la cual se obligó a incluir en todos los productos de la pesca un etiquetado adecuado que recogiera, entre otros datos, el método de producción, el origen geográfico y la identificación de la especie comercializada.
Pero a pesar de estos esfuerzos, y aunque se han realizado importantes avances en esta materia, aún siguen existiendo productos alimenticios, sobre todo en el sector de la pesca, que incumplen estas normas y limitan los esfuerzos que, hasta la fecha, se han llevado a cabo.
La familia de los escómbridos, que incluye especies como melva, bacoreta y bonito, es uno de los grupos alimenticios más populares entre los consumidores, gracias a su amplia presencia geográfica y a su valor comercial.
Fuentes: Universidad CEU San Pablo
AgenciaSINC