El azúcar toma un papel importante a la hora de proporcionar un sabor dulce, un sabor agradable tanto para las personas como para los animales.
La mayoría de azúcar que se consume en el mundo viene principalmente de dos especies botánicas diferentes, la caña de azúcar (Saccharum officinarum) y la remolacha azucarera (Beta vulgaris). A pesar de sus diferencias, ambas producen la misma sustancia, la sacarosa, por lo que en ese aspecto, ninguna planta es mejor que la otra.
El azúcar moreno o integral puede considerarse un producto intermedio del ciclo de elaboración del azúcar blanco refinado. Para obtenerlo, es necesario interrumpir el proceso de purificación del azúcar blanco (donde se elimina cualquier componente distinto a la sacarosa). El color marrón proviene entonces de los restos de melazas que no se eliminan de la mezcla y que se oscurecen debido a la caramelización que se produce al calentar la materia prima para mejorar la extracción. Aunque otro método de obtener azúcar moreno sería el de añadir melazas o caramelo al azúcar blanco tradicional.
Es cierto que el azúcar moreno contiene algunas vitaminas, minerales y aminoácidos sin embargo es tan mínimo su aporte que se necesitaría consumir grandes cantidades de azúcar diariamente para llegar a un aporte significativo, habiendo claramente más inconvenientes que ventajas en ello.
Quizás muchos consumidores valoren más el azúcar moreno debido a la propensión que se tiende a pensar que los productos sin refinar tienen más valor nutritivo, como los derivados de cereales integrales. Pero eso no se puede aplicar al azúcar, no tienen nada que ver los procesos de refinamiento de ambas sustancias…
Por lo tanto, el consumidor puede escoger cualquiera de los dos tipos de azúcares según sus gustos, pero siempre con moderación, ya que el azúcar moreno ni es más sano ni engorda menos que el blanco.
Fuente: M.Carmen Vidal Carou "¿Sabemos lo que comemos?"
