jueves, 13 de junio de 2013

Nuevas claves para el control de la podredumbre del ajo

Imagen
Investigadores de la UPM desvelan aspectos decisivos para abordar el control de la fusariosis, una enfermedad que causa la podredumbre del ajo durante su almacenamiento.

Tras descubrir el agente causal de la podredumbre del ajo, el profesor Daniel Palmero junto a su equipo de la Unidad de Protección Vegetal de la Escuela Universitaria de Ingeniería Técnica Agrícola, en colaboración con Coopaman, llevan tiempo realizando estudios para luchar contra dicha patología.

En los últimos tres años han analizado la influencia de múltiples aspectos en la aparición de la podredumbre y en el rendimiento final del cultivo. El conocimiento aportado con estas investigaciones permitirá establecer los mejores protocolos para abordar el control de la enfermedad.

El ajo (Allium sativum L.) es una especie hortícola de gran importancia en la Comunidad Autónoma de Castilla La Mancha, especialmente en las provincias de Albacete (4900 ha) y Cuenca (2632 ha), donde se consigue una producción media de ajos morados y blancos superior a los 8.000 kg/ha que constituye aproximadamente el 40% de la producción nacional. El cultivo del ajo es para la comarca no sólo una sustancial fuente de riqueza sino también parte de su patrimonio cultural y natural.

En este sentido, estudios como este abundan en la preocupación por la calidad del producto final y son continuación de trabajos anteriores donde se determinó la especie Fusarium proliferatum como agente causal de la podredumbre del ajo durante el período de post-recolección: secado, acondicionamiento y conservación.
Hasta ahora no se había tenido en cuenta la lucha contra la fusariosis del bulbo en la planificación de fungicidas en campo durante las diferentes campañas. Los investigadores han estudiado in vitro, y actualmente en campo, el efecto de diferentes tratamientos fungicidas y de la temperatura de termoterapia en su control.

La temperatura durante el almacenamiento fue otro de los aspectos estudiados, descubriéndose como puede resultar clave en el manejo de la enfermedad.

Estas investigaciones han permitido además la identificación de cepas portadoras del gen clave en la biosíntesis de fumonisinas y de cepas productoras de micotoxinas como el ácido fusárico.

Por otro lado son numerosos los microorganismos aislados y diversos los métodos empleados para abordar su caracterización morfológica, fisiológica y molecular. Y aunque sólo se aisló de manera constante en todas las muestras de ajo analizadas la especieFusarium proliferatum no puede descartarse un cierto efecto del resto de microorganismos aislados sobre la patología.

"Aún quedan interrogantes que responder en lo que respecta a la epidemiología de la enfermedad. Los agricultores demandan saber si un diente con síntomas incipientes de la enfermedad supondrá una merma en la cosecha final o un aumento en la podredumbre durante el almacenamiento. De la misma manera es imperativo responder a la pregunta de si el inóculo presente en la tierra donde se cultiva dicho diente sintomático aumenta y por tanto agravaría la enfermedad en la siguiente campaña", concluyen los expertos.


Fuente: agenciasinc