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Los expertos analizaron cómo afecta a los niveles de concentración de estos patógenos los cambios en la temperatura de almacenamiento que sufren estos productos cárnicos desde que se adquieren en el punto de venta hasta que llegan a los hogares. La aplicación de técnicas matemáticas basadas en cálculos probabilísticos son eficaces a la hora de identificar cómo se distribuyen los patógenos en productos frescos procedentes del cerdo.
“El almacenamiento en refrigeración consigue inhibir el crecimiento de microorganismos, pero algunos de ellos son capaces de permanecer a bajas temperaturas. Este método matemático ha permitido determinar la concentración de ambos patógenos en lotes contaminados y con ello mejorar el control de la materia prima y las operaciones de procesado, minimizando de esta forma los riesgos asociados a la carne fresca”, explica a la Fundación Descubre el investigador de la Universidad de Córdoba, Antonio Valera.
Para llegar a estos resultados, los expertos adquirieron mensualmente y durante el periodo de un año 12 lotes de carne de cerdo fresca envasada en atmósfera protectora y obtenida de un supermercado local de la provincia de Córdoba. “Posteriormente, en el laboratorio analizamos las muestras cuando éstas se encontraban en el punto de venta o mercado y también después de su almacenamiento a temperaturas controladas de 4 y 12º C”, precisa Valera. Añade que el siguiente paso fue "calcular la prevalencia de Salmonella y Listeria monocytogenes en cada una de las muestras. Para ello, empleamos métodos probabilísticos que nos permitieron conocer y contrastar cómo eran las distribuciones de concentración de estos dos patógenos”.
Las conclusiones obtenidas a partir de este estudio pueden ser aplicadas tanto por las industrias, con objeto de conocer las temperaturas de almacenamiento adecuadas para estos productos, como por las empresas de gestión de riesgo y autoridades sanitarias. “Este enfoque matemático permite una mejora en el proceso de producción y también en el diseño de nuevos procedimientos destinados a la detección de aquellos microorganismos que pueden alcanzar niveles peligrosos para la salud”, afirma. Esta investigación ha permitido abrir nuevas líneas de trabajo relacionadas con el desarrollo de técnicas analíticas más sensibles capaces de detectar con mayor fiabilidad muestras positivas de patógenos perjudiciales para la seguridad de los consumidores.
“En futuros estudios intentaremos adquirir un mayor conocimiento acerca de la distribución de microorganismos en otras categorías de alimentos, de modo que podamos optimizar sistemas de muestreo adecuados para su detección”, concluye.
Estos resultados son fruto del proyecto europeo Baseline: Selección de procedimientos armonizados de muestreo para diferentes categorías de alimentos y peligros, financiado por el 7º Programa Marco de la Unión Europea y cuya investigadora principal es la profesora titular de la Universidad de Córdoba, Rosa María García Gimeno.
“El almacenamiento en refrigeración consigue inhibir el crecimiento de microorganismos, pero algunos de ellos son capaces de permanecer a bajas temperaturas. Este método matemático ha permitido determinar la concentración de ambos patógenos en lotes contaminados y con ello mejorar el control de la materia prima y las operaciones de procesado, minimizando de esta forma los riesgos asociados a la carne fresca”, explica a la Fundación Descubre el investigador de la Universidad de Córdoba, Antonio Valera.
Para llegar a estos resultados, los expertos adquirieron mensualmente y durante el periodo de un año 12 lotes de carne de cerdo fresca envasada en atmósfera protectora y obtenida de un supermercado local de la provincia de Córdoba. “Posteriormente, en el laboratorio analizamos las muestras cuando éstas se encontraban en el punto de venta o mercado y también después de su almacenamiento a temperaturas controladas de 4 y 12º C”, precisa Valera. Añade que el siguiente paso fue "calcular la prevalencia de Salmonella y Listeria monocytogenes en cada una de las muestras. Para ello, empleamos métodos probabilísticos que nos permitieron conocer y contrastar cómo eran las distribuciones de concentración de estos dos patógenos”.
Las conclusiones obtenidas a partir de este estudio pueden ser aplicadas tanto por las industrias, con objeto de conocer las temperaturas de almacenamiento adecuadas para estos productos, como por las empresas de gestión de riesgo y autoridades sanitarias. “Este enfoque matemático permite una mejora en el proceso de producción y también en el diseño de nuevos procedimientos destinados a la detección de aquellos microorganismos que pueden alcanzar niveles peligrosos para la salud”, afirma. Esta investigación ha permitido abrir nuevas líneas de trabajo relacionadas con el desarrollo de técnicas analíticas más sensibles capaces de detectar con mayor fiabilidad muestras positivas de patógenos perjudiciales para la seguridad de los consumidores.
“En futuros estudios intentaremos adquirir un mayor conocimiento acerca de la distribución de microorganismos en otras categorías de alimentos, de modo que podamos optimizar sistemas de muestreo adecuados para su detección”, concluye.
Estos resultados son fruto del proyecto europeo Baseline: Selección de procedimientos armonizados de muestreo para diferentes categorías de alimentos y peligros, financiado por el 7º Programa Marco de la Unión Europea y cuya investigadora principal es la profesora titular de la Universidad de Córdoba, Rosa María García Gimeno.
Fuente: eurocarne.com