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Este sistema, pionero a nivel mundial, consiste en la inactivación de cualquier microorganismo impidiendo su proliferación, destruyendo sus moléculas vitales de ADN. La maquinaria procede de Canadá y es la más moderna de Europa- que produce radiación ionizante de tipo beta. Es decir, propaga energía electromagnética, que libera electrones de los átomos produciendo iones.
Ese proceso, que se conoce como ionización, se genera a través de energía eléctrica, no es contaminante y no genera residuos. Con el acelerador de electrones se consigue esterilizar todo tipo de productos médicos, farmacéuticos o veterinarios; reducir la carga microbiana de envases, cosméticos o alimentos; mejorar las propiedades de polímeros como los plásticos y, dentro del sector vitivinícola, esterilizar corchos de vino y eliminar microorganismos que están en las barricas.
«Nos dimos cuenta de que si éramos capaces de atravesar cajas de envases u otros productos para esterilizarlos y eliminar microorganismos, podíamos intentar eliminar todo vestigio de esta levadura en las barricas», confiesa Martín Galán, director general de Mevion Technology, quien en los años 90 puso en marcha el otro acelerador de electrones que hay en la actualidad en España, ubicado en Tarancón (Cuenca).
El proyecto, 'Eliminación de Brettanomyces en barricas de vino', llevado a cabo en colaboración con el laboratorio de enología Armendáriz, de La Rioja, arrancó tras detectar que el sector vitivinícola tenía un problema con la existencia de esta levadura -hay bodegas a las que les han rechazado exportaciones de vino a Estados Unidos por el mal sabor que el Brettanomyces aporta al vino, según Martín Galán- y comprobar que no había en el mercado soluciones que la eliminaran en su totalidad. Y es que hasta ahora, según apunta Villareal, se han venido utilizando sin éxito soluciones superficiales para terminar con esta levadura como el chorreado de arena, los lavados especiales o el uso de ozono.
No ha sido fácil conseguir el objetivo. Se enfrentaron a problemas importantes, como a las grandes dimensiones de las barricas, al handicap de que éstas tienen cellos -aros con los que se sujeta la madera de estos toneles-, que son de metal y la ionización no los traspasa; o, entre otras dificultades, al hecho de que tenían que eliminar este microorganismo, pero sin dañar las propiedades de las barricas: éstas se caracterizan por aportar aromas y sabores al vino.
La investigación se prolongó hasta finales de 2013. Como todavía no habían instalado su propio acelerador de electrones en Ólvega, hicieron pruebas en Italia. También plantaron cepas de Brettanomyces en placas petri de laboratorio para estudiar la levadura y determinar cuál era la dosis exacta de ionización que se debía aplicar para atravesar las duelas -tablas curvas de madera que conforman la barrica- y eliminar este microorganismo.
Tras meses de pruebas, el proyecto de I+D+i finalizó con éxito a finales del año pasado. Mevion Technology ha conseguido introducir barricas de vino en su acelerador de electrones, someterlas a un proceso de ionización y aplicar una dosis letal para conseguir la eliminación total del Brettanomyces en toda la barrica -comprobaron mediante la colocación de dosímetros que la dosis llega a todos los espacios-, sin dañar las cualidades de la misma. Así se consigue que ésta se pueda reutilizar para las siguientes cosechas con la garantía de que el vino no se contaminará.
Este proyecto innovador permite, en suma, eliminar la citada levadura de las barricas, evitando así que los nuevos vinos se contaminen. Además, con ello se consigue que las bodegas puedan reutilizar estos toneles.
Mevion Technology inició en enero la comercializacion de este servicio, tras patentar su proyecto en España e iniciar los trámites para hacerlo en Europa. Desde entonces ya han procesado unas 4.000 barricas. Los próximos pasos de esta empresa son mostrar al sector vitivinícola de Castilla y León y al de otras zonas de España los buenos resultados de su servicio, que tiene un coste por barrica de 30 euros.
Proceso de ionización de las barricas
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El proceso de ionización de las barricas de vino arranca con su recogida en la bodega del cliente y con su traslado a la planta que Mevion Technology tiene en Ólvega (Soria).
A cada una de ellas se le coloca un código de barras, para que el software informático del sistema sepa qué producto va a pasar por el acelerador de electrones y éste conozca, a su vez, qué dosis de radiación ionizante de tipo beta tiene que aplicar. Y es que cada producto que pasa por este dispositivo, en función de sus singularidades, tiene una receta personalizada y debe recibir más o menos ionización.
Las barricas se colocan de pie sobre una cinta de rodillos, que tiene una longitud de unos 45 metros. Entonces se activa el proceso, que se supervisa desde la sala de control. Las barricas van avanzando por la cinta una a una hasta que llegan a la zona del acelerador, que está instalado en un espacio de la fábrica rodeado de hormigón por seguridad, donde se inyecta el chorro de electrones para acabar con el Brettanomyces, una levadura alojada en la madera de las barricas que aporta mal sabor al vino.
La dosis que se aplica dura unos 20 o 30 segundos, aproximadamente. Una vez que termina la ionización, la barrica emprende el camino de regreso a la salida por la cinta de rodillos.
Una vez que llega a la salida, el tonel se voltea con delicadeza y coloca en otra posición. Después, inicia de nuevo todo el recorrido, para que se le aplique una segunda dosis de ionización, que dura otros 20 o 30 segundos. Tras esta segunda descarga de radiación ionizante, la barrica regresa a la salida por la cinta de rodillos. Ya está disponible y libre de microorganismos.
José Ignacio Martín Galán, director general de Mevion Technology, estima que unas 200 barricas se pueden dejar libres de microorganismos en menos de tres horas. Conscientes de que a los bodegueros no les gusta que sus barricas pasen mucho tiempo fuera de sus instalaciones, la empresa las recoge a primera hora de la mañana, las traslada a Ólvega para realizar el proceso, y en el mismo día se devuelven a su dueño.
Fuente: elmundo