miércoles, 23 de enero de 2013

Actualización de los BFR (Retardantes de llama bromados)

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Los Retardantes de Llama Bromados (Brominated Flame Retardants en ingles, BFRs) son compuestos químicos antropogénicos que se añaden a una gran variedad de productos de consumo o comerciales (ordenadores, muebles, textiles, etc.) para mejorar su resistencia al fuego. Actualmente se producen unas 20-25 clases de de BFRs, siendo tres de ellas las principales: tetrabromobisfenol A y sus derivados, difenil-éteres polibrominados y hexabromociclododecano (incluyendo tres isómeros).

En general, los BFRs se pueden dividir en compuestos “aditivos” y “reactivos”. Por un lado, los BFRs aditivos (como PBDEs, PBBs, HBCD) son simplemente mezclados con el polímero o son incorporados en los productos y por tanto, se van escapando gradualmente del mismo; así, estos compuestos pueden pasar al medioambiente y se pueden bioacumular en la sangre, en la leche materna y en tejidos grasos de los animales y del hombre, y se sabe que pueden afectar al desarrollo del sistema nervioso y causar desajustes hormonales. Por el contrario, los BFRs reactivos (como TBBPA) se unen covalentemente al producto y por tanto no son liberados al medioambiente tan fácilmente como los BFRs aditivos. Además, los BFRs reactivos son menos lipofílicos y muestran un metabolismo mucho más rápido debido a sus grupos OH-.

El uso de ciertos BFRs en la Unión Europea está prohibido o restringido. Sin embargo, debido a su persistencia en el medioambiente, existe todavía la preocupación sobre los riesgos que estas sustancias pueden suponer para la salud pública. Los productos tratados con BFRs, ya sea por su uso o por su desecho, liberan BFRs al medioambiente y contaminan el aire, el suelo y el agua. Estos contaminantes pueden entrar en la cadena alimentaria donde predominan sobre todo en alimentos de origen animal, como pescado, carne, leche y productos derivados.

La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), en su Recomendación relativa a BFRs en alimentos y piensos de 2006 reconocía que los datos disponibles en aquel momento sobre BFRs en alimentos y piensos no permitían hacer una evaluación exhaustiva sobre la contaminación en estos productos, por lo que resaltaba la importancia de reforzar, a nivel de toda la Unión Europea, la vigilancia de este tipo de compuestos químicos en piensos y alimentos.